Que son las fantasias en psicologia

Que son las fantasias en psicologia

Cuándo fantasear se convierte en algo insano

Una fantasía se inspira en la imaginación y se caracteriza por imágenes mentales que no tienen necesariamente ninguna relación con la realidad. En el psicoanálisis, la fantasía se considera un mecanismo de defensa. Por ejemplo, después de ser reprendido por un supervisor, un trabajador puede fantasear con tomar el control de la empresa y despedir al supervisor. Del mismo modo, un niño puede fantasear con escaparse de casa como represalia contra sus padres por castigarle.

Las fantasías vívidas suelen formar parte de la infancia y disminuyen a medida que el niño crece. En la mayoría de los individuos, la fantasía no es motivo de preocupación; mientras el fantaseador sea consciente de que la fantasía no es real, la formación de estas imágenes mentales puede considerarse normal. Sin embargo, cuando la línea entre la fantasía y la realidad se vuelve borrosa, es posible que exista alguna forma de enfermedad mental. Cuando el individuo considera su fantasía como realidad, se ha convertido en una alucinación. En tales situaciones, la alucinación puede ser un síntoma de esquizofrenia, y se requiere la evaluación profesional de un psicólogo o psiquiatra.

¿Qué significa la fantasía en psicología?

En psicología, la fantasía es una amplia gama de experiencias mentales, mediadas por la facultad de la imaginación en el cerebro humano, y marcadas por una expresión de ciertos deseos a través de imágenes mentales vívidas. Las fantasías se asocian a escenarios absolutamente imposibles.

¿Cuál es un ejemplo de fantasía en psicología?

Ejemplo. Un hombre que se siente atraído por una mujer hermosa, pero que se da cuenta de que es inalcanzable, fantasea con seducirla (o ser seducido por ella). Un chico que es castigado por un profesor crea fantasías de disparar al profesor (recuerda la película “If”).

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¿Qué es la fantasía en el psicoanálisis?

Freud utiliza el término “fantasía” para designar una escena que se presenta a la imaginación y que pone en escena un deseo inconsciente. El sujeto desempeña invariablemente un papel en esta escena, incluso cuando no es inmediatamente evidente. La escena fantaseada puede ser consciente o inconsciente.

¿Fantasear es una enfermedad mental?

Los autores examinaron los efectos de las amenazas a las relaciones en las fantasías sexuales. En dos estudios, los participantes describieron una fantasía sexual tras una tarea de imaginación e informaron de sus orientaciones de apego. En el Estudio 1, los participantes imaginaron escenas de amenaza de relación o no. Los resultados indicaron que la amenaza relacional condujo a fantasías que implicaban temas de distancia interpersonal y hostilidad. Además, tras la amenaza relacional, las mujeres y los individuos más apegados a la ansiedad eran más propensos a utilizar estrategias de mantenimiento de la relación en sus fantasías. Los individuos más apegados a la ansiedad también eran particularmente propensos a representarse a sí mismos como alienados. En el Estudio 2, los participantes imaginaron escenas de amenaza sexual o emocional. Los resultados mostraron que la amenaza sexual suscitó el autoenaltecimiento, mientras que la amenaza emocional condujo a fantasías que incluían tanto el autoenaltecimiento como temas relacionados con el apego. La amenaza emocional también era más probable que indujera opiniones negativas de los demás en las mujeres más evasivas. Se discuten las implicaciones para entender las funciones subyacentes de las fantasías sexuales en el contexto de las relaciones románticas.

Fantaseo con tu significado

En psicología, la fantasía es una amplia gama de experiencias mentales, mediadas por la facultad de la imaginación en el cerebro humano, y marcadas por una expresión de ciertos deseos a través de imágenes mentales vívidas. Las fantasías se asocian a escenarios absolutamente imposibles.

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En la vida cotidiana, los individuos a menudo encuentran que sus pensamientos “persiguen una serie de fantasías relativas a cosas que desearían hacer o que desearían haber hecho… fantasías de control o de elección soberana… ensoñaciones”[1][especificar].

George Eman Vaillant, en su estudio sobre los mecanismos de defensa, tomó como ejemplo central de “una defensa inmadura… la fantasía: vivir en un mundo de sueños tipo ‘Walter Mitty’ en el que uno se imagina que tiene éxito y es popular, en lugar de hacer esfuerzos reales para hacer amigos y tener éxito en un trabajo”[2] La fantasía, cuando se lleva al extremo[aclaración necesaria], es un rasgo común del narcisismo; y Vaillant descubrió que “ninguna persona que utilizara mucho la fantasía tenía amigos íntimos”[3].

Otros investigadores y teóricos[especifican] consideran que la fantasía tiene elementos beneficiosos, ya que proporciona “pequeñas regresiones y cumplimientos de deseos compensatorios que tienen un efecto recuperador”[4] Las investigaciones de Deirdre Barrett informan de que las personas difieren radicalmente en cuanto a la viveza y la frecuencia de la fantasía, y que quienes tienen una vida fantástica más desarrollada suelen ser las personas que hacen un uso productivo de su imaginación en el arte, la literatura o siendo especialmente creativos e innovadores en profesiones más tradicionales[5].

Beneficios de fantasear

La personalidad propensa a la fantasía (PFP) es una disposición o rasgo de personalidad en la que una persona experimenta una implicación permanente, extensa y profunda en la fantasía[1] Esta disposición es un intento, al menos en parte, de describir mejor la “imaginación hiperactiva” o “vivir en un mundo de sueños”[2] Un individuo con este rasgo (denominado fantaseador) puede tener dificultades para diferenciar entre la fantasía y la realidad y puede experimentar alucinaciones, así como síntomas psicosomáticos autosugestionados. Los constructos psicológicos estrechamente relacionados son la ensoñación, la absorción y la memoria eidética.

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Los psicólogos estadounidenses Sheryl C. Wilson y Theodore X. Barber identificaron por primera vez el FPP en 1981, y se dice que se aplica a alrededor del 4% de la población. [3] Además de identificar este rasgo, Wilson y Barber informaron de una serie de antecedentes en la infancia que probablemente sentaron las bases de la propensión a la fantasía en la vida posterior, como “un padre, abuelo, profesor o amigo que fomentaba la lectura de cuentos de hadas, reforzaba las fantasías del niño y trataba las muñecas y los animales de peluche del niño de forma que le animaba a creer que estaban vivos”. Sugirieron que este rasgo era casi sinónimo de aquellos que respondían de forma espectacular a la inducción hipnótica, es decir, los “altamente hipnotizables”[1].

Acerca del autor

Elinda Ferrer Covarrubias

Soy Elinda Ferrer Covarrubias, trabajo de profesora de psicología para alumnos de máster, además de dedicarme a realizar estudios avanzados. Mi mayor afición es la música, en especial el rap.

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