No me gusta que me toquen psicologia

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Por qué no me gusta el contacto físico

El tacto es uno de los sentidos más importantes para la supervivencia: es uno de los primeros en desarrollarse en el útero materno y el más desarrollado al nacer (Hertenstein et al., 2006). El tacto tiene varias funciones: ayuda a discriminar la ubicación de un estímulo en la superficie de la piel, a examinar objetos hápticamente y a manipularlos. El tacto también cumple la función de conformar un sentido integrado de nuestro cuerpo (Serino y Haggard, 2010). Además, el tacto tiene una función comunicativa, ya que las distintas emociones pueden comunicarse y descodificarse correctamente a través del tacto (Hertenstein et al., 2006, 2009).

Además, en las dos últimas décadas se ha reconocido al tacto su importante función social, hasta el punto de denominar a la piel “órgano social” (Morrison et al., 2010). Esto pone de manifiesto la importancia de una característica del sentido del tacto: su carácter placentero. El carácter placentero del tacto se ha explicado mediante la hipótesis del tacto social (Olausson et al., 2010), una teoría que explica que las caricias lentas y suaves son agradables porque son importantes en las interacciones afiliativas estrechas.

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¿Echa de menos el contacto físico? Prueba estas técnicasComo humanos, anhelamos la conexión y la interacción. Y después de los últimos 18 meses de distanciamiento físico y social, es probable que muchos de nosotros estemos experimentando un nivel de privación del tacto, también conocido como hambre de piel; sé que yo lo estoy.

  Antecedentes de la psicologia humanista

Los seres humanos nacen con una necesidad innata de contacto físico; en cuanto salimos del útero, nos acercamos al pecho de nuestra madre. La ciencia demuestra que el contacto piel con piel es una de las experiencias más esenciales e iniciales que tenemos después de respirar por primera vez: “Mientras crecemos, el tacto es la forma en que nos conectamos con nuestros padres, nos tranquilizamos y mostramos afecto a los demás”, explica el doctor Brian Wind, reconocido líder en psicología clínica.  Cuando nos tocan, liberamos oxitocina, una hormona responsable de regular los estados de ánimo positivos y hacernos sentir felices. Se considera uno de los sistemas neurotransmisores más importantes del cerebro, ya que regula las respuestas psiquiátricas a los cambios hormonales, como la depresión posparto. Según la Dra. Wind, “[el contacto físico] nos hace sentir bien y nos acerca a las personas que queremos. Señala seguridad, confianza y sentido de pertenencia”.

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Por supuesto, muchos de nosotros nos damos cuenta de que nuestra imagen corporal está estrechamente relacionada con nuestra propia concepción de nuestra valía. Si creemos que somos seres humanos dignos, independientemente de lo que diga la báscula, es probable que tengamos una imagen corporal positiva, y viceversa.

Sin embargo, los seres humanos no vivimos en el vacío. Nuestras interacciones con los demás también influyen en nuestra imagen corporal. En concreto, el grado de cariño con el que tocamos y nos tocan los demás puede afectar a la forma en que pensamos sobre nuestro propio cuerpo.

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Un estudio de 2013 publicado en Frontiers in Psychology descubrió que “el tacto afectivo dinámico y de velocidad lenta puede tener un papel fundamental en la maleabilidad de nuestro sentido de la propiedad del cuerpo y destaca el papel central de la interocepción y la afectividad encarnada en la autoconciencia.” En lenguaje llano, esto significa que las caricias lentas -del tipo de las que suelen compartir las madres con sus hijos y las parejas románticas entre sí- pueden ayudarnos a lograr un mayor sentido de propiedad del cuerpo y a disfrutar de una actitud más positiva sobre él.

Por qué no quiero que me toque mi pareja

Lo más probable es que no lo recuerdes. La interacción no parecía diferente a ninguna otra.  Eso es porque lo que hicieron de forma diferente apenas se notó, ni siquiera se registró. Sin embargo, basándome en un enorme cuerpo de investigación psicológica sobre el comportamiento y la conformidad, puedo hacer una buena conjetura sobre lo que fue:

No fue nada invasivo o agresivo; lo habrías recordado. Uno o dos toques ligeros cambiaron por completo tu visión de la persona que te pedía [inserta aquí una petición aleatoria/ molesta]. Alteró brevemente la química de tu cerebro y te hizo pensar: “Oye, ¿por qué no?”.

Si alguna vez te ha resultado difícil conseguir que alguien te ayude con una simple petición (*cough* cónyuge, hijos, compañeros de trabajo, socios comerciales, etc.), toma nota. Este truco es tan sencillo que puedes dominarlo en menos de 10 minutos. Y los resultados podrían cambiarle la vida: mejores trabajos, más dinero, relaciones más fuertes, más éxito, etc.

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Durante décadas, tanto los investigadores como las empresas se han sentido fascinados por la psicología del contacto físico. Los investigadores quieren saber más sobre cómo y por qué los seres humanos se comportan de determinadas maneras, y las empresas quieren saber cómo utilizar esa información para, bueno, ganar más dinero.

Acerca del autor

Elinda Ferrer Covarrubias

Soy Elinda Ferrer Covarrubias, trabajo de profesora de psicología para alumnos de máster, además de dedicarme a realizar estudios avanzados. Mi mayor afición es la música, en especial el rap.

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